Etiquetas diagnósticas vs. problemas transitorios

Los problemas de comportamiento en los niños son una de las quejas más frecuentes por parte de los padres y los profesores. Dificultades para acatar las normas, comportamientos agresivos, desafiantes, explosiones de ira y rabietas son sólo algunas de las manifestaciones de un conjunto de problemas que pueden encontrarse en niños y jóvenes de muy diferentes edades....

Por su FRECUENCIA e INTENSIDAD, muchas veces estos problemas de comportamiento adquieren dimensiones severas y pueden dar lugar a dificultades serias de adaptación en el ámbito escolar y familiar. Es en estas ocasiones cuando muchos padres se enfrentan a diagnósticos psicopatológicos como “trastorno negativista-desafiante”, “trastorno de conducta” o incluso “trastorno por déficit de atención con hiperactividad”. Los estudios epidemiológicos muestran, de hecho, que la incidencia de estos problemas ha crecido durante las últimas décadas y que aparecen a edades cada vez más tempranas.

La mayoría de las veces, sin embargo, estos problemas son transitorios y pueden ser superados con facilidad.

La edad de los 4 a los 6 años es un momento difícil para todos, padres e hijos. Para los hijos es una etapa de muchos cambios durante la cual se mueven entre un mundo en el que la fantasía y la realidad se confunden con frecuencia y un mundo mucho más concreto en el que las reglas son permanentes. Muchas veces necesitan seguridad y cariño y al momento necesitan ser independientes y probar que son capaces de hacer cosas por sí mismos. Es una etapa en la que ponen a prueba todos los límites para saber qué es lo que pueden o no pueden hacer.

Además, desde que entran en la escuela los niños descubren que existen nuevas reglas y nuevas respuestas por parte de otros adultos y otros niños que son diferentes a las de sus padres y hermanos. Los niños pueden responder con rabietas, lloros o mostrándose destructivos cuando las cosas no salen como quieren o cuando quieren que les prestemos atención. Para los padres, esas reacciones son a veces sorprendentes y muchas veces difíciles de manejar. A medida que los niños crecen pueden sentir una pérdida de control sobre sus vidas y enfado cuando no quieren cooperar. También sienten preocupación porque vayan bien en el colegio y hagan amigos. A veces se preguntan cuánta disciplina o cuando libertad necesitan. Pueden sentirse culpables por no haber manejado un problema de forma más eficaz o por haberles exigido demasiado.

Ser padre o madre es probablemente uno de los trabajos más duros que un adulto debe asumir, y también uno para los que menor preparación se tiene. Sin embargo, adquiriendo conocimientos y aprendiendo estrategias sistemáticas los padres pueden llegar a saber qué hacer en cada momento y conseguir reducir los comportamientos más problemáticos de sus hijos, recuperando así la sensación de control de sus familias.

Al aprendizaje de esas herramientas y habilidades dedicaremos las siguientes publicaciones….